En este segundo artículo seguimos analizando lo que la instrucción Redemptionis Sacramentum recuerda a la Iglesia sobre la forma correcta de celebrar la Misa.
En su Capítulo 3º se nos recuerda lo siguiente: Las otras partes de la Misa * Los fieles tienen el derecho de tener una música sacra adecuada e idónea y que el altar, los paramentos y los paños sagrados, según las normas, resplandezcan por su dignidad, nobleza y limpieza. * No se pueden cambiar los textos de la Sagrada Liturgia. * No se pueden separar la liturgia de la palabra y la liturgia eucarística, ni celebrarlas en lugares y tiempos diversos. * La elección de las lecturas bíblicas debe seguir las normas litúrgicas. No está permitido omitir o sustituir, arbitrariamente, las lecturas bíblicas prescritas ni cambiar las lecturas y el salmo responsorial con otros textos no bíblicos. No cabe pues introducir lecturas ni poemas o cosas por el estilo sustituyendo las lecturas del Leccionario o en lugar del salmo, aunque sean de Padres de la Iglesia o de santos muy reconocidos. * La lectura evangélica se reserva al ministro ordenado (diácono o presbítero). Un laico, aunque sea religioso, no debe proclamar la lectura evangélica en la celebración de la Misa. * La homilía nunca la hará un laico. Tampoco los seminaristas, estudiantes de teología, asistentes pastorales ni cualquier miembro de alguna asociación de laicos. * La homilía debe iluminar desde Cristo los acontecimientos de la vida, sin vaciar el sentido auténtico y genuino de la Palabra de Dios, por ejemplo, tratando sólo de política o de temas profanos, o tomando como fuente ideas que provienen de movimientos pseudo-religiosos. No procede pues que la homilía sea un “mitín” político-social ni la exposición del pensamiento propio del sacerdote sobre cualquier tema, que puede tener su momento en otro lugar y contexto. * No se puede admitir un “Credo” o Profesión de fe que no se encuentre en los libros litúrgicos debidamente aprobados. Es de señalar que la Protestación de Fe que las hermandades hacen en la Función Principal de Instituto debe también respetar este mandato. * Las ofrendas, además del pan y el vino, sí pueden comprender otros dones. Estos últimos se pondrán en un lugar oportuno, fuera de la mesa eucarística. * La paz se debe dar antes de distribuir la Sagrada Comunión, y se recuerda que esta práctica no tiene un sentido de reconciliación ni de perdón de los pecados. * Se sugiere que el gesto de la paz sea sobrio y se dé sólo a los más cercanos. El sacerdote puede dar la paz a los ministros, permaneciendo en el presbiterio, para no alterar la celebración y del mismo modo si, por una causa razonable, desea dar la paz a algunos fieles. No proceden las “movidas” que en algunas misas se producen al llegar ese momento salvo casos muy puntuales. El gesto de paz lo establece la Conferencia de Obispos, con el reconocimiento de la Sede Apostólica, “según la idiosincrasia y las costumbres de los pueblos”. * La fracción del pan eucarístico la realiza solamente el sacerdote celebrante, ayudado, si es el caso, por el diácono o por un concelebrante, pero no por un laico. Ésta comienza después de dar la paz, mientras se dice el “Cordero de Dios”. * Es preferible que las instrucciones o testimonios expuestos por un laico se hagan fuera de la celebración de la Misa. Su sentido no debe confundirse con la homilía, ni suprimirla. Unión de varios ritos con la celebración de la misa * No se permite la unión de la celebración eucarística con otros ritos, especialmente si lo que se añadiría tiene un carácter superficial y sin importancia. Si cabe, por ejemplo, la bendición de vasos sagrados, enseres u ornamentos para el culto. El momento más adecuado sería tras el silencio de la poscomunión. Lógicamente lo anterior no afecta a la celebración de otros ritos sacramentales, que sí pueden tener lugar durante la Misa (por ejemplo, el Matrimonio). * No es lícito unir el Sacramento de la Penitencia con la Misa y hacer una única acción litúrgica. Sin embargo, los sacerdotes, independientemente de los que celebran la Misa, sí pueden escuchar confesiones, incluso mientras en el mismo lugar se celebra la Misa. Esto debe hacerse de manera adecuada. * La celebración de la Misa no puede ser intercalada como añadido a una cena común, ni unirse con cualquier tipo de banquete. No se debe celebrar la Misa, a no ser por grave necesidad, sobre una mesa de comedor, o en el comedor, o en el lugar que será utilizado para un convite, ni en cualquier sala donde haya alimentos. Los participantes en la Misa tampoco se sentarán en la mesa, durante la celebración. * No está permitido relacionar la celebración de la Misa con acontecimientos políticos o mundanos, o con otros elementos que no concuerden plenamente con el Magisterio. * No se debe celebrar la Misa por el simple deseo de ostentación o celebrarla según el estilo de otras ceremonias, especialmente profanas. * No se deben introducir ritos tomados de otras religiones en la celebración de la Misa. El ecumenismo bien entendido y tan buscado hoy por la Iglesia no consiste en modo alguno en renunciar a lo propio ni en integrar otros ritos ajenos a la liturgia católica. Jesús Luengo Mena, Lector instituido y Vicette de Jesús Despojado.
En su Capítulo 3º se nos recuerda lo siguiente: Las otras partes de la Misa * Los fieles tienen el derecho de tener una música sacra adecuada e idónea y que el altar, los paramentos y los paños sagrados, según las normas, resplandezcan por su dignidad, nobleza y limpieza. * No se pueden cambiar los textos de la Sagrada Liturgia. * No se pueden separar la liturgia de la palabra y la liturgia eucarística, ni celebrarlas en lugares y tiempos diversos. * La elección de las lecturas bíblicas debe seguir las normas litúrgicas. No está permitido omitir o sustituir, arbitrariamente, las lecturas bíblicas prescritas ni cambiar las lecturas y el salmo responsorial con otros textos no bíblicos. No cabe pues introducir lecturas ni poemas o cosas por el estilo sustituyendo las lecturas del Leccionario o en lugar del salmo, aunque sean de Padres de la Iglesia o de santos muy reconocidos. * La lectura evangélica se reserva al ministro ordenado (diácono o presbítero). Un laico, aunque sea religioso, no debe proclamar la lectura evangélica en la celebración de la Misa. * La homilía nunca la hará un laico. Tampoco los seminaristas, estudiantes de teología, asistentes pastorales ni cualquier miembro de alguna asociación de laicos. * La homilía debe iluminar desde Cristo los acontecimientos de la vida, sin vaciar el sentido auténtico y genuino de la Palabra de Dios, por ejemplo, tratando sólo de política o de temas profanos, o tomando como fuente ideas que provienen de movimientos pseudo-religiosos. No procede pues que la homilía sea un “mitín” político-social ni la exposición del pensamiento propio del sacerdote sobre cualquier tema, que puede tener su momento en otro lugar y contexto. * No se puede admitir un “Credo” o Profesión de fe que no se encuentre en los libros litúrgicos debidamente aprobados. Es de señalar que la Protestación de Fe que las hermandades hacen en la Función Principal de Instituto debe también respetar este mandato. * Las ofrendas, además del pan y el vino, sí pueden comprender otros dones. Estos últimos se pondrán en un lugar oportuno, fuera de la mesa eucarística. * La paz se debe dar antes de distribuir la Sagrada Comunión, y se recuerda que esta práctica no tiene un sentido de reconciliación ni de perdón de los pecados. * Se sugiere que el gesto de la paz sea sobrio y se dé sólo a los más cercanos. El sacerdote puede dar la paz a los ministros, permaneciendo en el presbiterio, para no alterar la celebración y del mismo modo si, por una causa razonable, desea dar la paz a algunos fieles. No proceden las “movidas” que en algunas misas se producen al llegar ese momento salvo casos muy puntuales. El gesto de paz lo establece la Conferencia de Obispos, con el reconocimiento de la Sede Apostólica, “según la idiosincrasia y las costumbres de los pueblos”. * La fracción del pan eucarístico la realiza solamente el sacerdote celebrante, ayudado, si es el caso, por el diácono o por un concelebrante, pero no por un laico. Ésta comienza después de dar la paz, mientras se dice el “Cordero de Dios”. * Es preferible que las instrucciones o testimonios expuestos por un laico se hagan fuera de la celebración de la Misa. Su sentido no debe confundirse con la homilía, ni suprimirla. Unión de varios ritos con la celebración de la misa * No se permite la unión de la celebración eucarística con otros ritos, especialmente si lo que se añadiría tiene un carácter superficial y sin importancia. Si cabe, por ejemplo, la bendición de vasos sagrados, enseres u ornamentos para el culto. El momento más adecuado sería tras el silencio de la poscomunión. Lógicamente lo anterior no afecta a la celebración de otros ritos sacramentales, que sí pueden tener lugar durante la Misa (por ejemplo, el Matrimonio). * No es lícito unir el Sacramento de la Penitencia con la Misa y hacer una única acción litúrgica. Sin embargo, los sacerdotes, independientemente de los que celebran la Misa, sí pueden escuchar confesiones, incluso mientras en el mismo lugar se celebra la Misa. Esto debe hacerse de manera adecuada. * La celebración de la Misa no puede ser intercalada como añadido a una cena común, ni unirse con cualquier tipo de banquete. No se debe celebrar la Misa, a no ser por grave necesidad, sobre una mesa de comedor, o en el comedor, o en el lugar que será utilizado para un convite, ni en cualquier sala donde haya alimentos. Los participantes en la Misa tampoco se sentarán en la mesa, durante la celebración. * No está permitido relacionar la celebración de la Misa con acontecimientos políticos o mundanos, o con otros elementos que no concuerden plenamente con el Magisterio. * No se debe celebrar la Misa por el simple deseo de ostentación o celebrarla según el estilo de otras ceremonias, especialmente profanas. * No se deben introducir ritos tomados de otras religiones en la celebración de la Misa. El ecumenismo bien entendido y tan buscado hoy por la Iglesia no consiste en modo alguno en renunciar a lo propio ni en integrar otros ritos ajenos a la liturgia católica. Jesús Luengo Mena, Lector instituido y Vicette de Jesús Despojado.