La Oración de los Fieles

La oración universal u oración de los fieles es la oración conclusiva de la Liturgia de la Palabra. Se dice tras la homilía o el Credo (si lo hay) y mediante ella el pueblo, ejercitando su oficio sacerdotal, ruega por toda la humanidad. La asamblea expresa su súplica o bien con una invocación común, que se pronuncia después de cada intención, o con una oración en silencio.
Esta oración también puede decirse fuera de la misa, en otras acciones litúrgicas y en ejercicios piadosos.
Tiene varias partes: invitación, intenciones, respuesta o silencio y conclusión. Siempre la introduce el sacerdote o diácono y la concluye. Las intenciones las puede leer un lector (hombre o mujer). Si es misa con niños pueden hacerla ellos. En general, con un lector basta. No es recomendable una acumulación de lectores para dar una falseada apariencia de participación. Los lectores deben subir de la nave al presbiterio y tras hacer reverencia al altar se dirigen al sitio dispuesto (puede ser el ambón o mejor otro lugar diferenciado). El sacerdote dirige la oración desde la sede o desde el ambón.
Las características de esta oración son varias:
- súplica al Padre
- es oración litúrgica
- participa todo el pueblo
- se pide por las necesidades de la Iglesia y de todo el mundo (de ahí su nombre de universal)
Esta oración tiene un libro propio. El Libro de la Oración de los fieles es uno los libros litúrgicos, que contiene los distintos formularios de la Oración de los fieles para todo el Año litúrgico. Hay formularios para el Propio del Tiempo, para Adviento, Navidad, Cuaresma, Semana Santa, Triduo Pascual y tiempo de Pascua. También el Libro recoge oraciones para el Propio y Común de los Santos, Misas rituales, difuntos, etc. Las peticiones pueden prepararse por el equipo de liturgia, siguiendo la normativa al respecto.
Jesús Luengo Mena